Cuentan que el único superviviente de un naufragio llegó a una isla deshabitada. Pasaron los días y nadie acudía en su ayuda. Desesperado, optó por construirse una casa de madera.
Tras varios meses de arduo trabajo, construyó una casa muy decente que le serviría para protegerse del frío, ahora que llegaba el invierno. Un buen día salió a buscar comida. Cuando regresó al
anochecer, vio que su casa estaba ardiendo en llamas. Rendido, se tiró al suelo y no paró de llorar hasta quedarse sin lágrimas. Se maldijo una y mil veces, pensando que era el hombre más desafortunado del mundo. Lo peor había ocurrido. Lo había perdido todo y se encontraba en un estado de desesperación y rabia. Cuando se quedó sin fuerzas, cayó profundamente dormido. Le despertó el ruido de los motores de un enorme barco. Incrédulo, se dirigió hacia allí.
–¿Cómo supieron que estaba aquí? –preguntó a sus salvadores.
–Vimos sus señales de humo –contestaron ellos.
cuento sufí